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Técnicas de tejido: el lenguaje de las manos creativas.


El tejido es un lazo que une generaciones, un lenguaje silencioso que comunica identidad, historia y creatividad. A través de los hilos, nuestras abuelas y madres han tejido no solo prendas, sino también memorias, saberes y afectos. Hoy, esta tradición sigue viva, fusionando el pasado con el presente, el arte con la vida cotidiana.

Cada técnica, cada puntada y cada color llevan consigo un significado profundo.  En este espacio te compartiremos las puntadas de tejido más usadas y que te inspirarán a tejer nuevas historias.

1. Tejido a dos agujas (tricot o knitting)

Hablar del tejido a dos agujas es hablar de paciencia, precisión y calidez. Con dos agujas largas —ya sean rectas, circulares o de doble punta— y un ovillo de hilo, se comienzan a formar pequeños bucles entrelazados que, como por arte de magia, se transforman en prendas llenas de textura y elasticidad. Es una técnica que se disfruta lentamente, donde cada fila tejida es una meditación activa.

Los elementos básicos de esta técnica invitan a experimentar: las agujas pueden ser de madera, metal o plástico; el hilo puede ser lana para abrigar, algodón para suavizar, o mezclas que permiten explorar nuevas texturas. Todo inicia con el montaje de puntos, ese primer paso que define el ritmo de la obra. A partir de ahí, se despliega un universo de posibilidades.

Entre las puntadas esenciales se encuentran:
Punto derecho, el más básico y versátil, que se convierte en la base de muchos tejidos.
Punto revés, su complemento perfecto, que permite combinar texturas.
Punto musgo o bobo, tejido solo con derecho, que genera una superficie ondulada y reversible.
Punto elástico, ideal para cuellos y puños, que combina derecho y revés en secuencias como 1×1 o 2×2.
Punto arroz, que alterna puntos en cada vuelta para lograr un efecto granuloso y elegante.

A medida que se gana confianza, se pueden explorar técnicas decorativas como las trenzas o cables, los calados o encajes y el jacquard, donde el color se convierte en protagonista.

El tejido a dos agujas es perfecto para crear suéteres, bufandas, gorros y calcetines, y cada pieza lleva impreso el tiempo, la dedicación y el cariño de quien la teje.

2. Tejido a crochet o ganchillo

El crochet, también conocido como ganchillo, es una de las formas más versátiles y encantadoras del tejido. Se trabaja con una sola aguja que termina en un pequeño gancho, permitiendo entrelazar hebras con precisión y fluidez. Con cada lazada, se da forma a prendas, accesorios y detalles que llevan consigo creatividad, ritmo y emoción.

Esta técnica tiene algo de mágico: permite transformar un simple ovillo en una blusa aireada, un tapete decorativo o un tierno amigurumi. A diferencia del tejido con dos agujas, el crochet mantiene solo un punto activo a la vez, lo que brinda gran libertad y control.

Los puntos básicos son el alma del crochet:
– La cadeneta, o punto cadena, es el primer paso de casi todos los proyectos.
– El punto bajo ofrece firmeza y estructura.
– El punto alto brinda altura y suavidad, ideal para tejidos ligeros.
– El punto raso o enano sirve para unir piezas y dar acabados prolijos.
– El medio punto alto combina lo mejor del bajo y el alto, logrando versatilidad y balance.

Gracias a su flexibilidad, el crochet es ideal para crear ropa fresca, mantas, caminos de mesa, sombreros, bolsos o flores decorativas. Y los amigurumis —pequeños muñecos tejidos— se han convertido en una expresión contemporánea de esta técnica ancestral.

Tejer con crochet es también tejer con el alma: cada movimiento, cada elección de color, cada forma, habla de quien lo hace. Y en ese acto íntimo, se construye también un puente entre la memoria y la innovación.

3. Tejido en telar

El telar es una de las técnicas más antiguas de la humanidad, una invención que entrelaza hilos y también historias. En México, el tejido en telar no solo es una práctica artesanal, sino una expresión viva de herencia cultural. Las manos que manejan el telar siguen ritmos milenarios, cruzando hilos de urdimbre (verticales) y trama (horizontales) con precisión y alma.

Existen telares de cintura, de pedal o verticales, cada uno con sus particularidades. Pero lo que los une es su capacidad de transformar fibras simples en verdaderas obras textiles: tapetes, rebozos, fajas, manteles y mucho más. Cada pieza tejida en telar lleva implícita la paciencia de quien la creó, así como el simbolismo de los colores y patrones que la adornan.

El telar es también una herramienta de autonomía económica para muchas comunidades que han logrado sostener sus saberes ancestrales en un mundo globalizado. Cada pieza que se adquiere de estas manos, es una forma de apoyar, reconocer y preservar.

4. Macramé

El macramé nos recuerda que con solo nuestras manos también podemos crear belleza. Esta técnica ancestral no necesita agujas ni ganchos: solo cuerdas, paciencia y creatividad. Se trabaja mediante nudos decorativos que, al repetirse, forman patrones, texturas y volúmenes que pueden ser tan simples como una pulsera o tan complejos como una hamaca. Esta simplicidad en herramientas esconde una enorme riqueza creativa.

Es una técnica terapéutica, meditativa, accesible. Aporta calidez a los espacios y una conexión con lo manual, lo artesanal, lo esencial. Nudo a nudo, el macramé también construye historias.

Los nudos son el alma del macramé. El nudo plano, el nudo festón o el alondra son algunos de los más conocidos, y son la base de objetos que decoran hogares con un estilo bohemio, natural y atemporal. Desde tapices que cuelgan en una pared, hasta portamacetas, caminos de mesa o incluso cabeceras de cama, el macramé transforma lo cotidiano en poético.

Su proceso se basa en la repetición y combinación de distintos nudos, lo que permite formar patrones y texturas visualmente impactantes. Puede realizarse de forma plana —ideal para tapices, cortinas o manteles— o con volumen, lo cual da vida a piezas como bolsos, lámparas, cabeceras de cama o incluso hamacas. Gracias a su resistencia y versatilidad, el macramé es tan funcional como decorativo, posicionándose como un recurso imprescindible tanto en espacios boho como en ambientes minimalistas que buscan un toque natural y artesanal.

Mientras que el nudo Josefina, con su forma de espiral, añade un acabado estético muy llamativo. Finalmente, el nudo en espiral —una variante del plano— da un efecto retorcido que acentúa la sensación de movimiento.

En cuanto a sus aplicaciones, el macramé brilla por su versatilidad. En el hogar, transforma cualquier espacio con tapices colgantes, caminos de mesa, portamacetas y cortinas que invitan al descanso visual. En la moda, ofrece una alternativa creativa a los accesorios convencionales: collares, pulseras, cinturones o bolsos tejidos con macramé tienen un aire único, artesanal y profundamente personal. También es común verlo en piezas de gran formato, como hamacas tejidas a mano o cabeceras que se convierten en verdaderas obras de arte mural.

Adoptar el macramé es sumarse a un lenguaje ancestral hecho de nudos, paciencia y belleza. Es reencontrarse con lo esencial a través de las manos y dejarse llevar por la meditación del hacer.

5. Cestería y fibras naturales: tejer con raíces profundas

Hablar de cestería en México es hablar de una herencia milenaria tejida con las manos, con el alma y con elementos que nos regala la tierra. Este arte, profundamente ligado a las comunidades indígenas y rurales, se realiza con fibras naturales como la palma, el mimbre, el ixtle o el carrizo. Cada pieza es el resultado de un conocimiento ancestral que se transmite con paciencia de generación en generación.

La cestería es, en esencia, un canto a lo útil y a lo bello. Canastos, sillas, cajas, petates, sombreros… todos nacen del entrelazado cuidadoso de fibras vegetales que, más allá de su función, también expresan identidad cultural. Cada región imprime su estilo, su trazo, su visión del mundo. A través de la cestería, se narra la geografía de un pueblo, sus costumbres, sus colores y hasta su clima.

A diferencia de otras técnicas textiles, la cestería no necesita agujas ni telares: solo las manos, la materia prima y el tiempo. Es una práctica de conexión directa con la naturaleza, que exige sensibilidad para trabajar con materiales vivos, que se doblan, crujen y se transforman.

Hoy, en pleno siglo XXI, la cestería no solo sigue viva, sino que resurge como símbolo de sostenibilidad y diseño consciente. Cada objeto tejido con fibras naturales es también una elección: la de rodearnos de elementos hechos con respeto, con oficio y con historia.

Cada hebra cuenta una historia, y la tuya puede comenzar hoy

En Diseños para Bordar creemos que el tejido es mucho más que una técnica: es una experiencia que une generaciones, despierta emociones, enriquece la vida cotidiana y nos conecta con quienes somos. Cada puntada tiene el poder de sanar, de expresar y de resistir. Por eso, nos sentimos profundamente orgullosos de ser parte de esta comunidad que valora lo hecho a mano, lo hecho con tiempo… lo hecho con alma.

Ya sea que estés comenzando con tus primeras agujas, perfeccionando puntos decorativos o enseñándole a alguien más, te invitamos a seguir tejiendo historias. A continuar explorando el arte textil como un camino de bienestar, creatividad y conexión.

Si tejer ya es parte de tu vida, sigue inspirando con tus manos.
Si nunca lo has intentado, este es el momento perfecto para comenzar.
Y si conoces a alguien que necesita una pausa, un impulso o un espacio de calma, invítalo a descubrir el poder de tejer.

En nuestro sitio encontrarás todo lo necesario para comenzar o reinventar tu camino: desde herramientas, fibras y kits, hasta inspiración para que tu próximo proyecto tenga corazón.

Porque cuando tejes, también te estás tejiendo a ti misma.
Y en cada vuelta, en cada hebra, Diseños para Bordar está contigo.

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